Yo digo que soy este cuerpo, y eso está muy bien, pero si por algún accidente yo perdiera una pierna, habría perdido una parte de mi Yo? No, yo sería la misma persona, sólo que sin una pierna. Podría seguir perdiendo partes de mi cuerpo y aún así continuaría siendo Yo misma.Por otro lado, digo este es mi auto, esta es mi casa, pero en ningún momento confundo que estas cosas son Yo, sino que son objetos que me pertenecen. Esta claridad se desvanece cuando nos referimos al cuerpo: decimos mi cabeza, mis manos, mi corazón. La confusión acerca de Yo y mis cosas es algo muy común, y el capitalismo lo sabe: el ser humano proyecta su imagen de sí en las cosas que posee, se identifica y dice: yo soy este auto, soy esta imagen, soy este estilo de vida y estas ideas. De alguna manera todo esto aparece como siendo parte de mí. Todas estas partes de mi complejo cuerpo-mente son objeto de mi conciencia, pero si puedo nombrarlas como mías, no pueden ser Yo.
Así como el cielo parece ser azul, y todos lo vemos azul, podemos saber que se trata de un efecto óptico causado por la atmósfera: podemos elegir saber que la verdad del cielo no es azul.
La visión de Vedanta es que la percepción que tenemos de nosotros mismos como seres cuyos límites terminan en nuestra piel es una apariencia, responde a nuestra identificación con aquello que percibimos, olvidando que somos el que percibe y no lo percibido.
Es un cambio radical de perspectiva: yo soy la conciencia que anima al cuerpo, y no solamente al cuerpo físico sino a la mente, es decir mis pensamientos, emociones y sensaciones, pero ellos no son yo. Es un tipo de matemática diferente: A es igual a B, pero B no es igual a A. Es decir, yo soy el cuerpo, pero el cuerpo no soy yo.
Es importante comprender que cuando digo Yo soy Consciencia, no me estoy refiriendo a la conciencia como un epifenómeno del cerebro, como una función de nuestra mente. La conciencia aquí es el sustrato común a todo, y para poder comprender esto es necesario discernir acerca de qué es el mundo, de qué está hecho.
Al examinar el mundo, veo que todo puede ser reducido a algo infinitamente menor: de molécula a átomo, de átomo a quark y así hasta llegar al campo cuántico: eso que percibimos como real no es más que una manifestación, una apariencia que surge de un campo unificado único y se va diversificando en una infinita variedad.
Es indudable que existe un diseño perfectamente inteligente en todo lo creado: basta observar la naturaleza y sus leyes. Si considero a la creación como un efecto, puedo deducir una causa: esta causa es inteligente, sabe, y por lo tanto es consciente.
Volviendo al cuerpo, podemos decir que, siendo parte de la creación, el cuerpo está constituido por los mismos elementos que conforman el mundo y forma parte de esa apariencia diversa, que al ser analizada se va desdibujando hasta volverse un campo unificado.
Y así puedo llegar a resolver esta ecuación críptica que proponen las escrituras védicas que dice “ Tú eres eso” : el mundo es conciencia, yo soy conciencia: la consciencia lo permea todo, por lo tanto Yo soy el todo.