La psicología somática incorpora al cuerpo en sus investigaciones psicológicas y considera a los estados de conciencia corporizados, las posturas y los gestos, los patrones musculares, las contracciones y las tensiones crónicas, los rangos de movimiento y las formas, las cualidades energéticas, el uso del espacio, las pulsaciones y los ritmos corporales, como una parte potencial del proceso terapéutico. El lenguaje polifacético del cuerpo representa una vida de alegrías, penas y desafíos, donde las expresiones no verbales revelan, de forma visible, lo que las palabras no pueden describir.
“Los hábitos físicos implícitos automáticos, desarrollados en un contexto de trauma y de apego inadecuado, pueden constreñir nuestra capacidad para adscribir nuevos sentidos y para responder con flexibilidad al aquí y ahora, convirtiendo a menudo el futuro en una versión del pasado”
Pat Odgen
Culturalmente es enorme la presión que las fuerzas sociales culturales y políticas ejercen sobre la fragmentación de la unidad cuerpo mente. Como sabemos estas presiones Influencian negativamente la salud biológica, mental y relacional de cada uno de nosotros.
El sanar desde el cuerpo implica un trabajo de integración, donde se busca por medio de experiencias exploratorias de sensaciones, traer a la conciencia y observar cómo estos patrones operan en nosotros y cómo podemos, muchas veces por el simple hecho de reconocerlos, empezar a desarmarlos.
Tomemos como ejemplo el dolor. Supongamos que me duele mucho la cabeza. Sumado al dolor físico específico, en mi mente se despiertan pensamientos que disparan miedo y preocupación; por ejemplo, puedo estarme diciendo a mí misma: esto es insoportable, este dolor debe ser algo grave, o decirme a mí misma tengo que salir cuanto antes de este estado.
En este caso si aplico un ejercicio de meditación, llevando la atención plena sobre mi cuerpo y la situación que estoy atravesando, puedo llegar a discernir qué es miedo y qué es dolor en la situación en la que me encuentro, y así puedo ganar un cierto espacio con relación a mi mente y descubrir nuevas formas de estar, aún cuándo la sensación de dolor de cabeza persista. Una vez observado el miedo puedo elegir no alimentarlo y así tomar distancia del dolor mental que potencia a la condición física.